jueves, 31 de enero de 2013

Insomnio





Confronto las sombras. Una vez más me encuentro vencida, devastada ante el horror de internarme en la vorágine que me hiere a diario cual pesadilla burlesca.

Cierro los ojos. Con fe clamo sosiego. Pienso en mañana y la humedad se adueña de mis sienes. El embate de mi sangre se acopla con la noche y el suspiro ajeno se torna en estruendo.

Se envejecen las horas, hasta que el alma se cansa y el vacío se apiada de mi cuerpo que sucumbe al tormento que arrastra y que se hace evidente en mis párpados azules.

lunes, 7 de enero de 2013

Felicidad



Cerca de mi cumpleaños número diez, papá compró nuestra primera casa. Todos estábamos muy entusiasmados con la casa nueva: grande, cómoda y con un patio inmenso para poder jugar. La casa era perfecta, como mamá la había soñado. Lo difícil vino cuando nos mudamos, pues mamá se vio muy ajetreada y estuvo mucho tiempo ocupada sacando cosas de las cajas, limpiando, organizando muebles, enseres y haciendo todo lo que conlleva una mudanza. Ella sola debía dedicarse a esto, porque como siempre, papá tenía que trabajar.

Tan atareada y cansada estaba mamá por aquellos días, que durante un par semanas no le alcanzó el tiempo para prepararnos la merienda en la mañana, como era su constumbre. Entonces se acercaba apuradita al colegio, cerca de la hora del recreo, con nuestras loncheras y en ellas, la comida que acababa de preparar. Esta situación la traía preocupada y triste, y en varias ocasiones la escuché decir que se sentía ineficiente.

Pero esa preocupación fue hasta el día que, revisando el morral de mi hermana, mamá se encontró con un dibujo donde la maestra preguntaba ¿Qué es para ustedes la felicidad?

A lo que Graciela respondió, debajo de una enorme carita feliz: “Felicidad es cuando viene mi mamá a la hora del recreo a traerme la merienda recién hechecita ”.